Déjanos tus comentarios, dale click aquí.
Aprovechamos que muchos de nuestros miembros del club tenían programadas salidas con sus familias para salir en un pequeño grupo en una pedaleada de exploración.. De estas hemos hecho muchas para abrir rutas que luego serán destino de todo el club..
El camino en vehículo nos lleva desde Quito a Salcedo y luego desde allí hacia el oriente por una angosta carretera por la que en la mañana recorren las camionetas lecheras que bajan de la montaña a toda velocidad.
Habiendo partido de Salcedo en cuyo valle se puede notar los efectos de un seco verano, nos llama la atención lo verde de las montañas que lindan con la cordillera de Los Llanganates.
Y vimos en el camino los sembrios de una completa gama de verdes, papa, habas, maiz, frejol, alfalfa, cebolla, lechuga.
Una casa de hacienda es cruzada por el camino que asciende desde los 2500 msnm en Salcedo hasta los 3800 en el portal del parque Nacional.
El borde del camino está adornado por casitas de corte rural, cuyos pobladores saludan al paso de los ciclistas.
Comunidades cuyos templos resaltan entre las casitas.
Lo que mas nos llamó la atención es la cantidad de llamas que se usan en el transporte de mercadería y personas.
A esta foto le falta solamente el audio... El jinete tarareaba una canción mientras la llama le acompañaba silbando la melodía.... O era talvez la imaginación exaltada por la magia de la zona la que atravezabamos.
La estampa de esta cría es como para inspirar a otra obra maestra de literatura como la escrita por Juan Ramon Jimenez.
Y esta es una vista de la cordillera de los Llanganates que respalda la cantidad de mitos y leyendas que sobre ella se han escrito.
Una bruma densa en las cumbres, resta confianza en la visita al parque... el frío, la altitud de promedio de sus caminos de 4000 msnm, la frecuente neblina y la altísima humedad de sus páramos, configuran un escenario de leyenda..
En el camino fuimos investigando los posibles sitios en donde podríamos parquear unos 15 autos, midiendo los desniveles y las distancias, calculando el esfuerzo potencial de un ascenso sobre pedales desde Salcedo.. hasta que llegamos al portal del parque, llegando a la conclusión de que sería una imprudencia pedalear en este camino entre tanta rauda camioneta lechera.
Fuimos recibidos con ejemplar cordialidad por los guardias del parque, les explicamos que vendríamos con el club y alrededor de 15 vehículos para pedalear por las cumbres de la cordillera.
Tomamos una foto al inicio de la ruta y partimos.
Los guardaparques nos alcanzaron a los pocos kilometros de pedaleada.
Un camino muy transitable lleva desde el borde al interior del parque hasta el Rio Ana Tenorio. Muy poco recorrido de autos y fabulosos paisajes hacen de este periplo un exitoso día de exploración.
Los pajonales y las almohadillas de un tono amarillento, cubren completamente el páramo. Un río tintinea entre las rocas para alimentar las lagunas de anteojos..
Requisito fundamental es el equipo adecuado para pedalear a estas alturas. A Fausto le faltaron guantes térmicos y sufrió en sus dedos la inclemencia del frío..
Disfrutamos del paisaje, nos mojamos en el frío, probamos el cardio necesario para pedalear a esta altura y cargamos la energía que brota de las montañas para enfrentar la semana de trabajo en la ciudad.
El guardian del páramo saludaba desde la altura con sus agudos silbidos..
Cada paso fuera del camino nos lleva a una zona mas húmeda. Todo el paramo estaba empapado y haciendo su función de recolección de agua..
Esta cordillera es una pescadora de nubes, todas aquellas que suben desde la zona oriental del Tena.
Rematamos el día, almorzando en Lasso.
Las nenas llevaban la arena del páramo adherida como debe ser.. Hicieron la función para la cual fueron diseñadas.
El mapa del parque nacional muestra la gran dimensión de la zona que visitaremos pronto con aquellos miembros del club que anteriormente hayan pedaleado por sobre los 4000 metros...